«Más personas están viajando, ¡es genial! Pero ya no hay joyas ocultas».
Ese comentario lo escuché el mes pasado mientras esperaba en una fila de inmigración en Dublín. Los viajeros hablaban de Ragusa en Croacia, y de lo abarrotados que lucen todos los destinos últimamente.
La idea me llamó la atención de una extraña manera.
Está claro: hoy las personas viajan más que nunca, lo cual es bueno. La gente está ampliando sus horizontes.
Pero esa actitud de reducir los destinos a meras «joyas ocultas» que hay que ir acumulando en una lista de deseos, es lo que está alimentando el turismo excesivo, también conocido como sobreturismo.
¿Cuál es el problema?
El sobreturismo es un problema mundial: Machu Pichu en Perú; el Barrio Rojo de Amsterdam; los canales de Venecia; los campos de amapola «súper florecientes» de California; la playa Maya Bay de Tailandia, que ahora está cerrada a los turistas por tiempo indefinido; el museo del Louvre de París, que se reabrió a fines del mes pasado después de un breve cierre, cuando los empleados suspendieron sus labores debido a una multitud abrumadora...
Todos estos lugares han sido inundados por más turistas de los que pueden recibir, tanto nacionales como extranjeros.
Algunos visitantes generan hacinamiento, tiran basura, causan daños al medio ambiente, no respetan la cultura local, se emborrachan y se comportan de manera lasciva, tocan o toman cosas de manera inapropiada y hacen que aumente el precio de los alquileres.
Pero, al mismo tiempo, nadie debería aguantarse las ganas de viajar. Por lo que creo que cabe hacerse una pregunta: ¿cómo ser un mejor turista?
Estos consejos podrían ayudar (y algunos pueden servirte para evitar situaciones incómodas).
1. Pregúntate «¿por qué quiero ir allí?»
En 2013, la periodista Elizabeth Becker examinó el tema del turismo excesivo en el libro Overbooked: The Exploding Business of Travel and Tourism (Sobrevendido: el expansivo negocio de viajes y turismo).
«[En ese entonces] Nadie entendió de lo que estaba hablando» dice, pero ahora es una realidad que enfrentan muchas ciudades.
Según un informe de enero de la Organización Mundial del Turismo de la ONU, las llegadas de turistas internacionales alcanzaron 1.400 millones en 2018.
En comparación, en 1950 hubo solo 25 millones; 602 millones en 1998; y 936 millones en 2008. En 2030, se espera que la cifra llegue a 1.800 millones.
Hay muchas razones para este auge: una clase media en crecimiento a nivel mundial, tarifas aéreas más baratas; ambiciosos objetivos turísticos establecidos por los gobiernos; y redes sociales que inducen a que las personas no quieran perderse los lugares que otros visitan.
Si quieres ayudar a que la situación no empeore, quizás lo primero es preguntarte por qué quieres viajar.
En mayo, caminé a lo largo del Muro de Berlín.
Antes de que cayera el muro, estaban prohibidos los grafitis políticos o culturales de cualquier tipo en su estructura. Ahora, sus restos son una galería de arte urbano y murales que se extiende a lo largo de 1,3 km. Es un homenaje a las libertades que han florecido desde la reunificación de la ciudad.
Fue complicado encontrar espacio para apreciar el sitio y su simbolismo: en tres puntos distintos, los viajeros jóvenes organizaban largas sesiones de fotos, posaban y monopolizaban el lugar.
«La pregunta es, ¿quieres ir al lugar o solo mostrarle a las personas que estuviste en ese lugar?», dice Eduardo Santander, director ejecutivo de la Comisión Europea de Viajes.
«Parte de la razón por la que las personas tienen experiencias de viaje superficiales es porque han hecho planes superficiales», dice Becker.
La periodista recomienda hacer más que leer un párrafo en una guía, imitar lo que lo amigos publican en Facebook, aterrizar como en paracaídas en la ciudad y tomarse la misma selfie que se tomaron los demás.
Ese comportamiento es lo que Becker denomina «turismo de entrada por salida», el cual genera muchos de los síntomas del sobreturismo, como el hacinamiento y la irritación de los locales.
Otra estrategia es preguntarte lo que realmente quieres ver y hacer, en vez de ver algo por el simple hecho de verlo.
Becker recomienda que no hagas cosas que no harías en tu ciudad: si no te gustan los museos, por ejemplo, no vayas al Louvre a ocupar espacio sin tener idea de lo que estás viendo.
2. Aplicaciones especializadas en turismo
También puedes usar apps para asegurarte de que no estés sumándote a un lugar que ya está atiborrado de gente.
Martha Honey, directora ejecutiva del Centro para Viajes Responsables con sede en Washington, pone como ejemplo una app en Ámsterdam que envía notificaciones a tu teléfono si parte de la ciudad está más ocupada de lo normal.
En cuanto a los cruceros, Honey recomienda elegir barcos más pequeños o ir más allá de las rutas más apetecidas.
3. Sé respetuoso
El sobreturismo no solo consiste en inundar un lugar con más personas de las que puede albergar: también es abarrotar el sitio con personas que no conocen los entresijos de la cultura local.
«La gente realmente quiere hacer lo correcto, pero primero tiene que saber qué es lo correcto», dice Sigríður Dögg Guðmundsdóttir, gerente de relaciones públicas de la oficina de promoción de Islandia.
Por eso destinos como Islandia y Japón han creado campañas para enseñarle a los visitantes cómo comportarse.
En el caso de Islandia, eso se traduce en evitar conducir fuera de las carreteras, no tomarse selfies en terrenos peligrosos o escarpados ni caminar sobre musgos delicados.
Por su parte, en Kyoto entregan folletos y lámparas de papel con mensajes en varios idiomas sobre cuál es el comportamiento adecuado.
Los viajeros deben tener en cuenta que «solo están tomando prestados los lugares de los residentes locales», dice Tadashi Kaneko, de la Organización Nacional de Turismo en Japón.
4. Investiga dónde te alojas
Elige un alojamiento responsable: a pesar de los anuncios de Airbnb que prometen que «vivirás como un local», en muchas ocasiones lo que en realidad sucede es que recoges una llave y nunca llegas a conocer a quien te alquila el apartamento.
Y aunque quizás estás ahorrando algo de dinero, podrías estar contribuyendo a que los locales se tengan que ir a otro lugar.
Honey, del Centro para Viajes Responsables, le recuerda a los turistas que deben verificar si el alojamiento que usan es legal, porque a veces no lo es.
«Busca en Google, revisa si ha tenido problemas. Ciudades como Barcelona, Charleston en Carolina del Sur o Savannah en Georgia, EE.UU., han estado sintiendo el impacto de que muchas propiedades se estén convirtiendo en alquileres de corta duración«, dice Honey.
5. Viaja más lejos (o planifica con mayor anticipación)
«Si vas a Praga, en lugar de pasar dos días, pasa una semana, y no vayas a los lugares turísticos«, dice Becker.
«Quizás lee una novela, incluso un autor checo. Tal vez un libro de historia o política moderna, para que sepas [más sobre] el lugar al que vas. Empápate de ese lugar y te prometo que puedes evitar las multitudes».
«Aunque podría percibirse como tal, no siento que renunciar a visitar un destino popular sea necesariamente un sacrificio para aquellos que no viajan a menudo. Estamos en el punto en que el turismo excesivo está arruinando las vacaciones de aquellos que solo tienen una oportunidad de visitar un nuevo país «, dice Samantha Bray, directora general del Centro para Viajes Responsables.
No obstante, una cosa es buscar destinos menos visitados si sabes que tendrás el dinero para regresar a ese país en una próxima ocasión. Pero, ¿y si es tu primer viaje al extranjero, estás emocionado, y no sabes si algún día volverás?
Una práctica que puede ayudar es la planificación por adelantado, según los expertos.
Becker dice que ser consciente del presupuesto limitado y tratar los viajes como una oportunidad valiosa, no solo ayuda a ser un turista más consciente, sino que también ayuda a reducir los gastos.
«Reservarás con anticipación para ver la Torre Eiffel (en vez de solo llegar y hacer fila). Buscarás en internet el mejor precio de alojamiento. Leerás sobre tu destino. Encontrarás un vuelo más barato. Nada de eso cuesta dinero«.
Según Becker, esos paquetes turísticos llenos de actividades en poco tiempo que la industria promociona agresivamente, no solo están llenos de tarifas ocultas, sino que también alimentan el turismo de entrada por salida que deja pocos momentos memorables.
Sea cual sea el destino, lo importante es investigar bien, ser respetuoso y genuinamente curioso.
No seas víctima de lo que Honey llama la «cultura de la selfie» y «cultura de la lista de deseos».
Trata al destino como a tu propia casa, no como una «joya oculta» a la que arrojas dinero para obtener una experiencia a la que sientes que tienes derecho.
«Mucha gente piensa que tiene derecho a ir a cualquier lugar que desee», dice Becker.
Pero en realidad, insiste, es un privilegio: «El derecho a viajar no existe».